Salvador Quishpe Lozano - Prefecto

Salvador Quishpe Lozano - Prefecto

domingo, 25 de marzo de 2012

Teoría del golpismo se vino abajo

Por Consuelo Albornoz
Quito, Ecuador

El empeño gubernamental por convencer a los ecuatorianos del carácter golpista de la marcha de los pueblos indígenas se vino abajo el jueves pasado. La propaganda desplegada por la SECOM, tendiente a convencernos de los propósitos desestabilizadores de los organizadores de la iniciativa, fracasó pues no pudo persuadirnos de ello.

Al contrario, reveló el coraje de los entre 15 mil y 20 mil ecuatorianos que transitaron casi 700 kilómetros para visitar su capital y no produjeron aquello que la cruzada del oficialismo les endilgaba. Ellos, a pesar de las provocaciones, los agravios e intimidaciones mantuvieron su actitud pacífica y con su perseverancia en evitar todo enfrentamiento dieron un tapaboca a la campaña de desprestigio auspiciada por las oficinas de gobierno. No solo superaron los obstáculos desplegados desde instancias estatales y del ejecutivo, sino que entablaron un diálogo social y reclamaron porque las voces de las disidencias fueran escuchadas y con respeto.

Demandaron por la vivencia de la democracia y evidenciaron la intención del régimen por copar los espacios públicos materiales y simbólicos. Pretender acaparar los espacios de las plazas y parques quiteños y atosigar a los ecuatorianos en decenas de radios con centenares de spots sobre el supuesto cariz golpista de la marcha fueron expresiones poco democráticas.

El reconocimiento nacional a su condición de actores sociales y políticos legítimos fue otro logro de la caminata. El apoyo que alcanzaron durante todo el recorrido denotó esta valoración. Alguien en Twitter afirmaba, con ironía y ciertamente con razón, que hubo una sola marcha, pues los simpatizantes del presidente de la república vinieron en busetas. Y mientras los indígenas actuaron inmersos en la cultura de la minga, los otros concurrentes lo hicieron desde la lógica burocrática de los viáticos y de “marcar tarjeta” para recibirlos.

Derivado de estos sucesos, otro aspecto meritorio fue el debate que generaron los protagonistas de la jornada respecto de las falencias constitucionales en las que se sustentan varias de las decisiones oficiales de cuyo proceso fueron excluidos. Reivindicar que enunciar el desacuerdo y la crítica no convierte a quienes los pronuncian ni en aliados de la partidocracia y de la oligarquía, ni tampoco los vuelve “mediocres y corruptos” fue una semilla que la protesta indígena sembró en toda su trayectoria.

No obstante, a más de lo que he mencionado, la marcha puso al descubierto que aún prevalecen, y bastante arraigadas, estructuras de discriminación étnica y cultural. Frente a esta realidad, que deja ver cuánto de retórica hay en los postulados normativos sobre la plurinacionalidad y la diversidad cultural, la alternativa de la sociedad es asumir el problema y emprender en acciones destinadas a modificar las prácticas que lo exteriorizan.

* El texto de Consuelo Albornoz ha sido publicado originalmente en el diario Hoy.

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