Tomado de: Ecuador LibreRed
Las despectivas y groseras expresiones del presidente, Rafael Correa, de que los marchistas son "cuatro pelagatos emplumados", junto al apresamiento de varios líderes sociales, profesionales y estudiantes para justificar la supuesta desestabilización de la democracia, y la designación de enormes recursos del Estado para propaganda y la “contramarcha”, no fueron suficientes para detener la realización de la Marcha por el agua, la vida y la dignidad de los pueblos, convocada por la CONAIE, el FRENTE POPULAR y otras organizaciones populares que avanza desde el día 8 de marzo hacia la ciudad de Quito.
El amedrentamiento como recurso del poder está siendo rebasado por el descontento y la inconformidad, que paulatinamente se han acumulado frente a la demagogia y el autoritarismo de un régimen que pierde credibilidad, ante a un pueblo que ve traicionado el proyecto de cambio por el que luchó y votó, que sufre la falta de atención en los hospitales públicos, que tiene que enviar a sus hijos a las destartaladas escuelas inundadas de la indolencia de las autoridades, mientras los tecnócratas gubernamentales indagan las inclinaciones políticas de los profesores que anhelan trabajar. La paciencia del pueblo se termina y va convirtiéndose en movilización frente a un poder incapaz de dialogar y debatir, que es intolerante y abusivo ante las críticas y otras propuestas, que impone el extractivismo irracional el cual destruirá las fuentes de agua y la vida de los pueblos, que reprime y criminaliza los reclamos y demandas de los trabajadores, organizaciones sociales y a sus líderes, adoptando las características de un gobierno pro dictatorial.
El pueblo lejos de compararlo con el “Viejo Luchador” encuentra con acierto más similitudes con los viejos gobiernos de la derecha, los cuales usaban casi los mismos recursos en el ejercicio del poder. El desgaste y desprestigio del gobierno ante una gran parte de pueblo ecuatoriano tiene como una importante causal los sucesivos y cada vez más escandalosos actos de corrupción como la “narcovalija”, asunto en el cual abundan las explicaciones oficiales sin encontrar responsable alguno.
Una situación así no podía sostenerse por mucho tiempo. Las organizaciones sociales del Ecuador que han sido objeto del chantaje, de una ofensiva y ataques sostenidos y perversos para desprestigiarlas, dividirlas y anularlas, han dado con esta marcha en defensa del agua, la vida y la dignidad de los pueblos un paso importante en la revitalización de su autoridad y liderazgo, han podido establecer un mensaje claro al conjunto del pueblo sobre la necesidad de la organización y la unidad de las fuerzas populares, sobre la trascendencia que tiene el continuar la lucha por los cambios que no llegarán con este gobierno, sobre la conciencia de que cualquier transformación profunda, solo será obra del mismo pueblo sin el tutelaje de ningún caudillo populista.
La Marcha por el agua, la vida y la dignidad de los pueblos, es una acción victoriosa, porque ha producido la ruptura del miedo, ha afirmado la movilización como un derecho de los pueblos, ha entusiasmado y animado a que miles y miles de ecuatorianos se sumen a este torrente de dignidad y valor.
Safiqui
Las despectivas y groseras expresiones del presidente, Rafael Correa, de que los marchistas son "cuatro pelagatos emplumados", junto al apresamiento de varios líderes sociales, profesionales y estudiantes para justificar la supuesta desestabilización de la democracia, y la designación de enormes recursos del Estado para propaganda y la “contramarcha”, no fueron suficientes para detener la realización de la Marcha por el agua, la vida y la dignidad de los pueblos, convocada por la CONAIE, el FRENTE POPULAR y otras organizaciones populares que avanza desde el día 8 de marzo hacia la ciudad de Quito.
El amedrentamiento como recurso del poder está siendo rebasado por el descontento y la inconformidad, que paulatinamente se han acumulado frente a la demagogia y el autoritarismo de un régimen que pierde credibilidad, ante a un pueblo que ve traicionado el proyecto de cambio por el que luchó y votó, que sufre la falta de atención en los hospitales públicos, que tiene que enviar a sus hijos a las destartaladas escuelas inundadas de la indolencia de las autoridades, mientras los tecnócratas gubernamentales indagan las inclinaciones políticas de los profesores que anhelan trabajar. La paciencia del pueblo se termina y va convirtiéndose en movilización frente a un poder incapaz de dialogar y debatir, que es intolerante y abusivo ante las críticas y otras propuestas, que impone el extractivismo irracional el cual destruirá las fuentes de agua y la vida de los pueblos, que reprime y criminaliza los reclamos y demandas de los trabajadores, organizaciones sociales y a sus líderes, adoptando las características de un gobierno pro dictatorial.
El pueblo lejos de compararlo con el “Viejo Luchador” encuentra con acierto más similitudes con los viejos gobiernos de la derecha, los cuales usaban casi los mismos recursos en el ejercicio del poder. El desgaste y desprestigio del gobierno ante una gran parte de pueblo ecuatoriano tiene como una importante causal los sucesivos y cada vez más escandalosos actos de corrupción como la “narcovalija”, asunto en el cual abundan las explicaciones oficiales sin encontrar responsable alguno.
Una situación así no podía sostenerse por mucho tiempo. Las organizaciones sociales del Ecuador que han sido objeto del chantaje, de una ofensiva y ataques sostenidos y perversos para desprestigiarlas, dividirlas y anularlas, han dado con esta marcha en defensa del agua, la vida y la dignidad de los pueblos un paso importante en la revitalización de su autoridad y liderazgo, han podido establecer un mensaje claro al conjunto del pueblo sobre la necesidad de la organización y la unidad de las fuerzas populares, sobre la trascendencia que tiene el continuar la lucha por los cambios que no llegarán con este gobierno, sobre la conciencia de que cualquier transformación profunda, solo será obra del mismo pueblo sin el tutelaje de ningún caudillo populista.
La Marcha por el agua, la vida y la dignidad de los pueblos, es una acción victoriosa, porque ha producido la ruptura del miedo, ha afirmado la movilización como un derecho de los pueblos, ha entusiasmado y animado a que miles y miles de ecuatorianos se sumen a este torrente de dignidad y valor.
Safiqui
