Salvador Quishpe Lozano - Prefecto

Salvador Quishpe Lozano - Prefecto

lunes, 5 de diciembre de 2011

El vértigo de la noticia

Las noticias se suceden vertiginosas. Las redes sociales traen el reporte de que el Prefecto de Zamora, Salvador Quishpe, ha agredido en estado etílico, a las dos de la madrugada, en una carretera de esa zona amazónica al presidente de la República Rafael Correa. La versión que trae la agencia oficial Andes, difundida también a través de Twitter y YouTube, no deja de ser surrealista. Uno no puede evitar preguntarse qué hace el presidente de la República a las dos de la madrugada por una carretera en medio de la selva. Pero las otras versiones empiezan a llegar, con igual intensidad y rapidez. Entonces uno empieza a enterarse de que el presidente está acompañado de por lo menos tres ministros en el recinto Nuevo Paraíso y que, casualmente, ese lugar celebrará el fin de semana unas elecciones para elegir a sus autoridades parroquiales, y que en la zona existen proyectos mineros para explotar oro.

Entonces uno va entendiendo parcialmente lo que ocurre. Quizás por eso, una cámara del Gobierno ha grabado la reunión en la que se encuentra Salvador Quishpe, y sus compañeros de Pachakutik, haciendo campaña en medio de una farra en la que se baila y se bebe. Por supuesto, que siempre se le hace a uno difícil comprender por qué un Gobierno siente la necesidad de disputar las elecciones de junta parroquial en un lugar tan distante como Nangaritza. Al punto que participen del proselitismo, de madrugada, el mismísimo presidente de la República acompañado de miembros de su gabinete, en lo que a mi parece una desigual competencia en contra de un pobre prefecto de un movimiento indígena. Uno puede suponer que la guerra por las concesiones mineras es de tal importancia que puede conllevar a un régimen a grabar a los adversarios y competir con ellos acompañado de todo el gabinete. Si no fuera por que la evidencia demuestra que hace muy poco, la semana pasada, el mismísimo señor presidente acudió también, con varios de sus ministros, para acompañar a su secretario general en la audiencia judicial en contra de Mónica Chuji, su ex secretaria de Comunicación. Y no hay ninguna guerra de concesiones ahí.

¿Por qué los ministros del gabinete hacen campaña en Nangaritza y acuden al juicio contra Mónica Chuji? ¿Por qué Nixon grababa a los demócratas en Watergate? ¿Por qué dos cámaras del Gobierno nos grababan a un grupo de periodistas que participábamos en un conversatorio sobre libertad de expresión en la Fundación de El Universo? ¿Por qué el Gobierno difunde cadenas difamatorias en contra de un periodista de la talla moral y el prestigio de Diego Cornejo, actual director ejecutivo de la Asociación de Editores de Periódicos? ¿Por qué un gobierno puede llegar a considerar a sus gobernados como unos enemigos a los que debe perseguir, confrontar, derrotar?

Una respuesta podría ser que ese Gobierno ha dejado de ser democrático y se enrumba hacia un modelo totalitario que debe controlarlo todo por el deseo de perennizarse en el poder. O quizás la explicación no sea política, sino humana, y no haya que mirar hacia Maquiavelo sino hacia Freud. ¿Qué hubiera escrito Freud de Hugo Chávez o de Fidel Castro? No lo sé. No hay mucho tiempo para reflexionar. Las noticias se suceden vertiginosas.

Carlos Jijón.

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