Salvador Quishpe Lozano - Prefecto

Salvador Quishpe Lozano - Prefecto

martes, 15 de mayo de 2012

Manejo de desechos y tratamiento de agua, retos del proyecto Mirador


Christian Zurita | EL PANGUI, Zamora Chinchipe


En la Cordillera del Cóndor, hacia el flanco oriental, el macizo se abre a la Amazonía y la cuenca del río Cenepa baja al Marañón. En los picos se pueden ver los históricos puestos militares –Cóndor Mirador, Coangos, Tiwintza– de la guerra de 1995. Al occidente, las montañas se extienden como una impenetrable y tupida meseta.

Esta zona, símbolo de dignidad y soberanía, ha sido celosamente resguardada por las Fuerzas Armadas, pero hoy están ausentes. En su lugar hay técnicos chinos de cascos blancos, botas de caucho amarillas, chalecos reflectivos y cigarrillos en sus bocas. Sobre el río Zamora se construye un puente de ingreso adonde Ecuacorriente iniciará la era de la minería a gran escala, con la explotación de cobre.

El negocio le generará al Estado $ 5.400 millones en 25 años, pero que para ello debe abrir una mina de un kilómetro cuadrado de diámetro y 300 metros de profundidad, área similar a la que rodea la Corte de Justicia de Guayaquil, el Malecón, el barrio Las Peñas y el Cerro del Carmen. La explotación se inicia en tres años.

Al principio se removerán 30 mil toneladas de roca al día. Todo el proceso de remoción requiere un elemento fundamental: agua, tanto para lavar la roca y obtener el cobre como para generar energía.

Leonardo Elizalde, vicepresidente corporativo de Ecuacorriente, señala que para producir un kilo de cobre se necesitan 347 litros de agua. En sus cálculos, el proyecto Mirador necesitará 42,8 millones de litros diarios. No es un problema, dice, el líquido allí es abundante. Según el modelo de extracción, la lluvia proporcionará 26,6 millones de litros; las aguas subterráneas, 8,2 millones; los cuerpos de agua propios de la montaña, 4,8 millones; y el río Zamora, 11,1 millones.

Toda el agua se utilizará para tratar diariamente la mitad del material extraído (es decir, 15 mil toneladas) en la “planta de beneficio” para obtener el concentrado de cobre. Ese proceso requiere tanto líquido que junto a la planta se construirá una “piscina de relave” –cuyo espejo de agua será de 2 kilómetros de largo– que reutilizará el líquido constantemente. La piscina tendrá un desagüe de 550 litros por segundo. Según los técnicos, el agua será tratada para devolverla al río “más limpia” que la del río Zamora.

Salvador Quishpe, prefecto de Zamora Chinchipe y crítico del proyecto, no confía. “¿Que entregarán el agua más limpia? Ni ellos lo creen”.

A medida que el proyecto se consolide, la extracción se duplicará a 60 mil toneladas diarias, lo que implicará captar el doble de agua. En este punto los técnicos no explican de dónde la obtendrán y cómo la devolverán a la naturaleza.

El geólogo sénior de la minera, Juan León, afirma que el cobre se encuentra junto a otros materiales con alto porcentaje de sulfuros y que al contacto con agua u oxígeno produce ácidos. La mitad del material que no se procesará –y que será desechada junto a la llamada “escombrera”– será piedra estéril que tiene sulfuros que producen ácido sulfúrico y que podría filtrarse a la tierra o al río. Al consultar a los expertos de Ecuacorriente, en una visita a la zona del proyecto, si conocían el porcentaje de drenaje ácido que se producirá en la mina, no respondieron. Los mapas del Instituto Geográfico Militar que maneja la firma señalan, por ejemplo, la existencia de unos 16 cuerpos de agua que nacen en la escombrera. ¿Cómo se manejará el agua que brota de allí y corre el riesgo de convertirse en ácido? Fabián Silva, responsable del área ambiental del proyecto, dice que revegetando el material de desecho se evitará que esos sulfuros tengan contacto con agua o aire. “Primero, levantamos el suelo orgánico de 15 centímetros y lo utilizamos en la colocación en la escombrera; de los estudios que tenemos, los ácidos pueden producirse luego de dos años de exponer el material al ambiente sin ningún cuidado”, indica.

Los técnicos saben que allí las precipitaciones anuales alcanzan los 3 mil milímetros cúbicos. Entonces surge otra duda: ¿la mina será un gran lodazal y el agua arrastrará los sedimentos? Silva vuelve a responder que se construirán los canales necesarios para que el agua vaya a un dique para su tratamiento antes de ser evacuada. Entonces aparece el nombre de una institución ligada a este tipo de controles: la Secretaría Nacional del Agua. En la información técnica brindada por los expertos del proyecto, el Estado parece estar al margen, más cuando los geólogos, ambientalistas y mineros tratan de explicar el componente social del proyecto. “Vendrán muchos estudios al respecto”, responden ante las dudas sobre el tema social que, al parecer, es más complejo que el ambiental.


El Universo

escríbenos: salvadorprefecto@yahoo.es