Era secreto a voces que la empresa china Tongling estaba interesada en adquirir Corriente. La empresa canadiense determinó la existencia de por lo menos dos acumulaciones ricas en cobre en Zamora-Chinchipe. Sus derechos contractuales en Ecuador son su principal activo.
La caída de los mercados financieros, que dificultó encontrar más capital de riesgo y la baja del precio del cobre, que tornó menos rentables los proyectos, obligó a Corriente a buscar su absorción por una empresa minera más grande, y la encontró en la gigante minera china.
Tongling estaba esperando que se dictara la Ley de Minas, se la reglamente y se levante la prohibición de operar que pesaba desde el gobierno de Alfredo Palacio, para ofertar por Corriente.
China se ha convertido en el principal país inversión extranjera en el Ecuador. Es la segunda ocasión en pocos años que una empresa estatal china compra la operación de una empresa canadiense; anteriormente fue CNPC, que adquirió los derechos de EnCana de la mayor operación petrolera privada en el país.
Pekín no invierte en el Ecuador y Latinoamérica por designios geopolíticos; solo para abastecerse de materias primas.
El interés de China en el Ecuador hay que ponerlo en el contexto de actual división internacional del trabajo: los países centrales, EE.UU., la Unión Europea y Japón desarrollan nuevas tecnologías, y de ahí su interés en fortalecer los derechos a la propiedad intelectual. Son sede de las multinacionales, dueñas de las marcas de mayor prestigio mundial, y de las grandes redes de distribución. Su producción cada día se circunscribe más a los productos de alta tecnología.
La manufactura de bienes de consumo masivo se trasladó de los países centrales a los de menores costos laborales. De manera abrumadora, se dirigieron al Asia, en particular a China. Este país es hoy la fábrica del mundo, y produce tanto para las multinacionales como para su naciente industria nacional. Como resultado de su crecimiento explosivo, sus fuentes nacionales de materias primas le quedan cortas, y tiene que importar.
Y ahí está la América Latina, que no es desarrollada como EE.UU. y Europa, pero con estructura de costos superiores a los asiáticos, lo que le impide competir por una tajada importante de la manufactura tercerizada. Por lo que la América Latina no está en capacidad de utilizar toda su materia prima. En esta división internacional del trabajo, a América Latina le toca ser exportadora de materias primas.
Dada la gran expansión china, los precios del petróleo, hierro, cobre, trigo, soya, se recuperaron en la década pasada, y el subcontinente gozó de una prosperidad que le faltó en las dos décadas anteriores.
Por Walter Spurrier Baquerizo
Fuente:El Comercio