El país mediático justifica el régimen de barbarie por un bien que todos consideramos superior: la protección de la naturaleza. Un fin tan bueno justifica cualquier medio como lo sucedido en Esmeraldas. Esta insólita barbarie se nos repetirá constantemente. Claro que otros hacen lo mismo con protección. En minería es un misterio el cambio radical del Gobierno que antes atacaba como crimen en contra de la humanidad a las minas de cielo abierto y que hoy parece no solo dispuesto a permitirlo sino que el Ministro del ramo ha sido claro y terminante en señalar que se celebrarán contratos de explotación en los próximos meses.
Nadie sabe con qué autorización se traspasan en los mercados internacionales cientos y miles de millones de dólares con nuevos accionistas, cuando ni siquiera existen contratos de explotación. Tampoco en las páginas Web del sector público constan los términos contractuales, la participación definida para el Estado, el pago de obras de compensación , la garantía o monto de las pólizas de seguridad ambiental o la exigencia de refinación de sus productos. En fin, todo es un misterio y secreto.
Vemos grupos de asesores funcionales que como carrusel rotan entre el sector público y minero. El asesoramiento de organismos oficiales en donde se explotan estos materiales de pronto son cambiados con consultoras originarias de los países que son los dueños de las inversiones mineras. Graves peligros en los cuales todo se maneja al más alto nivel y con absoluto secreto y nadie se atreve a preguntar los detallitos del negocio.
Nadie sabe con qué autorización se traspasan en los mercados internacionales cientos y miles de millones de dólares con nuevos accionistas, cuando ni siquiera existen contratos de explotación. Tampoco en las páginas Web del sector público constan los términos contractuales, la participación definida para el Estado, el pago de obras de compensación , la garantía o monto de las pólizas de seguridad ambiental o la exigencia de refinación de sus productos. En fin, todo es un misterio y secreto.
Vemos grupos de asesores funcionales que como carrusel rotan entre el sector público y minero. El asesoramiento de organismos oficiales en donde se explotan estos materiales de pronto son cambiados con consultoras originarias de los países que son los dueños de las inversiones mineras. Graves peligros en los cuales todo se maneja al más alto nivel y con absoluto secreto y nadie se atreve a preguntar los detallitos del negocio.
Fuente: La Hora
