La reciente rendición de cuentas es lamentable. La iniciativa Yasuní ha recogido… un par de millones, los otros casi 40 millones son un intercambio de deuda con Italia (que de cualquier forma se hubiera hecho, solo se le cambió el destino). ¡Incluso agregando lo que no es, se llega a 40 millones de un total requerido de 3.500 millones! Es un fracaso anunciado.
Para los que creemos en esta propuesta desde el liberalismo o la izquierda, esto es penoso porque sin duda el proyecto pudo alcanzar sus objetivos (era difícil pero factible). Lo mató el Gobierno (ya está muerto) de varias maneras.
1) Al cambiar la comisión negociadora en el peor momento, desautorizando sus avances.
2) Al anunciar que en todo momento estaba listo el plan B, es decir explotación petrolera.
3) Al decir a la comunidad internacional que podía guardarse sus centavitos donde mejor le quepan.
4) Sobre todo, al aplicar una equivocada estrategia de presión en el proyecto equivocado. Al Gobierno, el esquema de poner a la gente contra la pared para sacar ventajas, le ha funcionado con empresas ya instaladas y con fuertes inversiones en el país (caso aeropuerto, deuda externa o celulares). En lugar de perder parte de lo invertido o entrar en juicios eternos, les convenía seguir adelante. Ya no funcionó tan bien con las petroleras cuyos contratos estaban cerca de vencer: el Gobierno tuvo que otorgarle mejores precios y, sobre todo, alargarles sus plazos de concesión para que se mantengan e inviertan. También le ha ido mal con sus aliados al intentar imponer la consulta popular. Y en el Yasuní esto ha fracasado rotundamente. Se quiso poner contra la pared a países que no tenían nada que perder si no apoyaban la iniciativa ecuatoriana (a no ser desperdiciar una buena oportunidad de mostrar su real compromiso con el medio ambiente). Y eso han hecho, alejarse de un proyecto incierto, de los insultos y la prepotencia.
El Gobierno va a ganar (desde su perspectiva) porque señalará a los culpables de este fracaso (“los insensibles extranjeros”) y así mantendrá su línea de encontrar siempre a culpables externos (actitud tan lamentable en Latinoamérica… que el presidente critica de vez en cuando pero la aplica todo el tiempo). El Gobierno ganará porque alcanzará su objetivo de extraer más petróleo y tener más recursos, profundizando el modelo estatal y extractivista (que de vez en cuando se critica… pero se aprecia fundamentalmente). La iniciativa era ganadora por todos lados: igual se recibían recursos aunque menos, el Ecuador se posicionaba en un campo esencial para el futuro, atacábamos problemas sociales y humanos desde una perspectiva real y novedosa. Pero esto ha muerto… por una sola culpa, el Gobierno, y no puede culpar a nadie más…
NOTA: Mientras tanto el Tribunal Electoral acelera al máximo la consulta popular para dar gusto al Gobierno. Es cierto lo dicho por Paco Moncayo: cuando los adversarios empiezan a agruparse, conviene acelerar las cosas para evitar su impacto. Estrategia básica y sólida. Lo inconstitucional, absurdo, ilógico, antiderechos o libertades pasan a segundo plano.
Pablo Lucio Paredes
Para los que creemos en esta propuesta desde el liberalismo o la izquierda, esto es penoso porque sin duda el proyecto pudo alcanzar sus objetivos (era difícil pero factible). Lo mató el Gobierno (ya está muerto) de varias maneras.
1) Al cambiar la comisión negociadora en el peor momento, desautorizando sus avances.
2) Al anunciar que en todo momento estaba listo el plan B, es decir explotación petrolera.
3) Al decir a la comunidad internacional que podía guardarse sus centavitos donde mejor le quepan.
4) Sobre todo, al aplicar una equivocada estrategia de presión en el proyecto equivocado. Al Gobierno, el esquema de poner a la gente contra la pared para sacar ventajas, le ha funcionado con empresas ya instaladas y con fuertes inversiones en el país (caso aeropuerto, deuda externa o celulares). En lugar de perder parte de lo invertido o entrar en juicios eternos, les convenía seguir adelante. Ya no funcionó tan bien con las petroleras cuyos contratos estaban cerca de vencer: el Gobierno tuvo que otorgarle mejores precios y, sobre todo, alargarles sus plazos de concesión para que se mantengan e inviertan. También le ha ido mal con sus aliados al intentar imponer la consulta popular. Y en el Yasuní esto ha fracasado rotundamente. Se quiso poner contra la pared a países que no tenían nada que perder si no apoyaban la iniciativa ecuatoriana (a no ser desperdiciar una buena oportunidad de mostrar su real compromiso con el medio ambiente). Y eso han hecho, alejarse de un proyecto incierto, de los insultos y la prepotencia.
El Gobierno va a ganar (desde su perspectiva) porque señalará a los culpables de este fracaso (“los insensibles extranjeros”) y así mantendrá su línea de encontrar siempre a culpables externos (actitud tan lamentable en Latinoamérica… que el presidente critica de vez en cuando pero la aplica todo el tiempo). El Gobierno ganará porque alcanzará su objetivo de extraer más petróleo y tener más recursos, profundizando el modelo estatal y extractivista (que de vez en cuando se critica… pero se aprecia fundamentalmente). La iniciativa era ganadora por todos lados: igual se recibían recursos aunque menos, el Ecuador se posicionaba en un campo esencial para el futuro, atacábamos problemas sociales y humanos desde una perspectiva real y novedosa. Pero esto ha muerto… por una sola culpa, el Gobierno, y no puede culpar a nadie más…
NOTA: Mientras tanto el Tribunal Electoral acelera al máximo la consulta popular para dar gusto al Gobierno. Es cierto lo dicho por Paco Moncayo: cuando los adversarios empiezan a agruparse, conviene acelerar las cosas para evitar su impacto. Estrategia básica y sólida. Lo inconstitucional, absurdo, ilógico, antiderechos o libertades pasan a segundo plano.
Pablo Lucio Paredes